Se cumplen 100 años de la Primera Guerra mundial (28 de julio 1914-11 de noviembre 1918). Una guerra total, que antes de la Segunda Guerra Mundial, fue conocida por la Gran Guerra. Europa estaba en pleno proceso imperialista: llevaban décadas repartiéndose África y partes de Asia con escuadra y cartabón, por una parte; y por otra parte, las propias naciones ansiaban extenderse por el propio continente europeo con el fin de encontrar salidas al mar y alcanzar puntos geoestratégicos de relevancia. Estas ansias expansionistas también estuvieron presentes en las nuevas naciones independizadas del Imperio Otomano, en Europa, como pueden ser Grecia, Serbia, Bulgaria, Rumanía, Montenegro o Albania; usando para ellos como motor principal el fuerte nacionalismo al que se encomendaron para separarse del imperio turco.

A este periodo, de finales del s. XIX, se le llama la paz armada. Había un entresijo de intereses entre las potencias europeas, sobre todo contra Alemania por parte de franceses e ingleses, máximos países imperialistas de la época. Alemania llegó tarde a la repartición de África y se quedó casi sin nada. Las potencias europeas estaban a flor de piel: se les había quedado muy pequeño el continente, se daban codazos por salidas al mar y ansiosamente intentaban hacerse hueco en la repartición africana. Como resultado de estas tensiones, se crearon vastísimos sistemas de alianzas dando lugar a la Triple Entente: Francia, Reino Unido y Rusia. Y a la Triple Alianza: Alemania, Italia y Austria-Hungría. Estaban en supuesta paz y con estos tratados, y otros más, se aseguraron tener aliados ante una posible contienda. Los tratados se usaron para amedrentar a los posibles enemigos. Estaban en paz, pero a la vez gastaban cantidades ingentes de dinero para militarizarse.

El detonante, pero, fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa en Sarajevo el 28 de junio de 1914. A raíz de este asesinato Austria declaró la guerra a Serbia y se desencadenó la Primera Guerra Mundial. Con tantos tratados, alianzas y juramentos, era como poner miles de piezas de dominó en fila india. Si cae la primera, desencadena que caigan todas las demás. Las potencias empezaron a declararse la guerra entre ellas para cumplir las alianzas. Los dos grandes bandos fueron la Triple Alianza y la Triple Entente, antes mencionados. Había países que llegaron a pasar de un bando a otro según transcurría la guerra. Otros que no empezaron la guerra, se adentraron más tarde y sí la acabaron, como por ejemplo el Imperio Otomano, que luchó junto a la Triple Alianza, y EE UU, que luchó el final de la guerra junto a la Triple Entente.

La Gran Guerra es uno de los acontecimientos más importantes de todo el s. XX ya que es el gran germen de todo lo posterior. Durante la propia guerra se da una de las mayores revoluciones sociales de la historia, por no decir la mayor: la Revolución Rusa. El pueblo, hambriento y analfabeto, nunca quiso ir a la guerra para proteger los intereses del Zar. Dicha revolución hizo que Rusia saliese de la contienda. Por otra parte, el Imperio Otomano, así como los imperios Austro-Húngaro o el Alemán, se desmembraron una vez que perdió la guerra la Triple Alianza. El conflicto bélico acabó con los grandes imperios y con las monarquías absolutistas europeas y cambió el mapa de Europa casi por completo.

Las potencias europeas probaron de primera mano la otra cara del avance, la industrialización y la tecnología al ponerlas al servicio de lo militar. Es la primera guerra donde la maquinaria de guerra es inmensa gracias a la industrialización. Es inmensa, fabricada en serie y efectiva. A esto hay que sumarle la utilización sistemática de armas biológicas, como el gas mostaza, y la utilización por primera vez de aviación para el combate. Tan efectivos fueron los avances gracias a la industrialización y los avances tecnológicos que se convirtió en una carnicería: 9 millones de soldados perdieron la vida. 2o millones mutilados. 8 millones desaparecidos y 20  millones de civiles muertos.

Francia e Inglaterra se repartieron el Imperio Turco a través de mandatos, que no eran más que otra forma de colonialismo. Es aquí, durante el Protectorado Británico de Palestina y el manifiesto Balfourt, cuando a través de la primera Aliá, empiezan a llegar judíos en masa a Palestina protegidos por los británicos con la idea de, en un futuro cercano, crear un estado sionista en esos territorios. Eso sí, en contra de lo que quería la población local bajo yugo inglés. Esos mandatos bajo yugo inglés y francés son los padres de los futuros estados árabes y muchos de sus problemas, sobre todo territoriales, vienen de esa época, de esa repartición, de las imposiciones y del choque de civilizaciones; convirtiendo sus economías en dependientes de los grandes estados europeos; haciendo que una vez independizados les fuese muy difícil conseguir una economía sostenible. Además de que las potencias europeas, antes de darles la independencia, se aseguraron de poner a títeres-tiranos en el poder que les garantizara la protección de sus intereses. En verdad esos países nunca dejaron de ser colonias.

EE UU, por su parte, fue la gran beneficiaria y prestamista de la Gran Guerra (y después de esta para reconstruir Europa), ya que el conflicto no tuvo lugar dentro de sus fronteras. Desde este momento EE UU empieza a despuntar como gran potencia mundial y hegemónica, haciendo de la economía europea tan dependiente de ellos, que los países del viejo continente se vieron arrastrados al infierno con el Crac del 29, sobre todo Alemania. Japón también se benefició convirtiéndose en la gran potencia del Extremo Oriente.

Alemania fue la gran perjudicada de la Primera Guerra Mundial. A través del Tratado de Versalles, se le responsabilizó únicamente a ella de los desastres de la guerra y tuvieron que pagar los costes y las indemnizaciones de esta (acabados de pagar en el año 2010). Se les quitó gran parte del ejército, así como los territorios de Alsacia y Lorena, que fueron a parar otra vez a Francia, que anhelaba venganza por pugnas anteriores. Les quitaron las colonias, se partió el imperio por el corredor polaco, pasaron a administrar su red de ferrocarriles y sus minas, entre otras medidas desproporcionales. Todo esto dio lugar a la semilla de lo que sería la Segunda Guerra Mundial. Todos los castifos de las potencias ganadoras sobre Alemania a la hora de hacerles firmar el armisticio fue la leña con gasolina que solo necesitaba una chispa para hacer arder y resurgir el ultranacionalismo alemán. Esa chispa fue Adolf Hitler.

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