Los “osos bipolares” existen y también invernan agazapados a salvo de la fría realidad. Porque afuera solo queda una opción, hacerse más desigual y quebrado.
A doble o nada, pensé al segundo trago de whisky, también doble. Doblando la vida en una barra de un bar cualquiera. Plegando las dobleces del corazón ya curvado. Doblo cabos mentales que quedan atrás sobre el mar, más rabioso que verde. Acurrucado en la herida, doblado como el animal abatido tras la lidia. Dos dobles más sería doblar otra vez, pienso. Y pido dos !! Redoble !! grita una estúpida voz interior.
En una esquina del bar, la bola blanca golpea la amarilla y esta a una tercera con un número imposible en un billar. La bola 17 acaba en el lugar donde se hallaba la otra. Doblar la bola, lo llaman. Un pequeño duende rubio vestido de verde corre a través de la pantalla de plasma del televisor. Es un personaje de dibujos animados, y su voz está doblada con un acento mexicano. Los tragos me dan la capacidad de clonar todo lo que miro y de combar el alma con los pensamientos tanto buenos como malos. Ahora ya todo es doble, por fin.
Inclinarse ante el patrón, encorvarse ante los mercados. Flexionar las rodillas por miedo. Arquear la espalda para cargar el doble por la mitad de salario. Alabear el orgullo y ladear la dignidad. Doblegarse al sistema prensador. Agachar los puños y la frente para tragar mejor. Abochornarse y avergonzarse por la continua entrada doblada.
Doblar beneficios rápidamente. Duplicar valores en bolsa. Binar propiedades y redoblar fortunas. Remontar con zapatos cómodamente caros colinas de dinero bajo sus píes.
A doble o nada. Me empujo otro trago y escucho las palabras de mi propio eco, que también es una doblez.
Invernar: Pasar el invierno en algún lugar.
Hibernar: Pasar el invierno, especialmente en estado de hibernación.