En estos días corre como fenómeno viral por todos nuestros dispositivos móviles, televisiones y ordenadores el desafío conocido con el nombre anglosajón de “ice bucket challenge”. El ice bucket challenge consiste en derramarse por encima un cubo de agua congelada. Previamente, el aspirante seleccionará tres personas que a su vez deberán también participar del reto. No importa cuán gran es el cubo, no importa si vas con más o menos ropa, lo trascendental es el motivo. ¿Y qué tiene de peculiar esta acción? Acto que cualquiera ha practicado en su niñez, pues el jugar con el agua es una de nuestras primeras conductas para llegarla a comprender, en esta ocasión se trata de una prueba impulsada por la bondad y voluntad de ayudar a aquellos enfermos de ELA (esclerosis lateral amiotrófica), a saber una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular con alrededor de 4.000 afectados solo en España. De manera masiva, multitud de famosos se han volcado con esta solidaria y divertida idea. Su imagen pública es muy importante, no sólo para ellos mismos, también como ejemplo a seguir para toda comunidad. En consecuencia, cuantos más famosos realicen esta prueba, mayor impacto mediático tendrá la campaña, por ende, los ingresos recaudados de las donaciones particulares serán también más sustanciales.

Este juego debe ir acompañado por un donativo a la asociación que lucha por erradicar el ELA. Una segunda premisa de gran importancia y, al parecer, olvidada por muchos de los practicantes del Ice bucket challenge. Según, la propia organización no todos los famosos han aportado dinero a los estudios contra la enfermedad. Por lo tanto, aquí viene la primera incongruencia de este sistema solidario. ¿Para qué sirve todo esto? Sólo es una distracción, un momento de adulación a uno mismo, un anhelo de protagonismo más propio de una rebelión infantil que un acto consciente en pos de una ayuda para gente necesitada.

Sin embargo, este es un problema menor y en todo caso, se deben preguntar por él los organizadores de la campaña, pues su éxito mediático es innegable, pero no así su efectividad. El verdadero problema reside en la mentalidad del ser humano capitalista. Un animal que se ha erigido a sí mismo como ser superior capaz de controlar el medio ambiente en toda su magnitud. Tal es así que en cada Ice bucket challenge se desperdician litros de agua de manera irresponsable y encima, esta conducta no es castigada, sino compartida y repetida por todo aquel con ganas de divertirse y transmitirlo vía internet. No olvidemos que hoy en día cualquier iniciativa sin ser transmitida vía internet, directamente ni existe.

El ELA es una enfermedad degenerativa que afecta principalmente a personas adultas, la gran mayoría mayores de 40 años. Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, la escasez de agua es una desgracia que afecta a más de un millón y medio de personas en todo el planeta, de las cuales, un gran número son niños en edad de crecimiento. Así pues, la reflexión es la siguiente.

¿Qué mundo es este en el que vivimos? Un lugar donde los ricos hacen ostentación de sus riquezas, personas que viven por encima de las posibilidades del planeta y agotan sus recursos de manera inexorable y con la mayor impunidad. Todavía más, derrochan el recurso más preciado para la vida intentando ayudar a unos enfermos que al igual que todos, también necesitan de agua para sobrevivir. No critico a los enfermos, ni siquiera a la organización del Ice Bucket Challenge, tan sólo observo con frío estupor las paradojas del uso del agua, pues mientras unos la usan para jugar, otros mueren por no tenerla y otros matan para controlarla.

De otra cosa estoy seguro: uno no es el único en comprender estas dos caras de una misma moneda. Muchas voces se alzan contra esta campaña de ayuda que insulta a miles de personas, ya que, su derroche de agua es una cínica burla de esos ojos que no ven al pobre niño morir de sed y a su madre llorar por la desgracia que le ha tocado vivir.

Nos han dicho siempre que el ser humano es superior a cualquier otro animal por que tiene una herramienta más útil que las afiladas garras del águila, los grandes colmillos del tigre o la cola prensil del mono araña. A saber, esa cualidad es la razón. Sin embargo, jamás he visto ningún animal desperdiciar su recurso más preciado y cada vez más escaso por una simple diversión. Aquellos que digan que es por una buena causa, demuestran ser unos necios.

 

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