La rueda incombustible del Procés sigue girando. Ahora más que nunca. Nos acercamos a otro acontecimiento definitivo: unas elecciones plebiscitarias/autonómicas/históricas/de chichinabo (subraye la opción que prefiera y tache las demás) que determinarán algo, aunque todavía no se sabe muy bien qué. En esta campaña con estructura de vodevil hemos visto de todo: a Miquel Iceta bailando desaforadamente, a Artur Mas llamando a enfrentarse a los poderes financieros como un Varoufakis cualquiera, a Artur Mas (again) hablando en indio como si Catalunya fuera una reserva cherokee (algo que nos retrotrae a las referencias al gueto del añorado Jan Laporta), a Pablo Iglesias y a Íñigo Errejón compartir piso en algún lugar de la corona metropolitana barcelonesa… Y sin embargo, esta tertulia que no cesa, este Hollywood y Harry Potter catalán al mismo tiempo – una máquina capaz de generar contenidos audiovisuales y novedades editoriales de tapa dura a unritmo frenético– nos trae nuevos héroes. Tras tres debates televisivos (8tv, La Sexta y TV3) este es el uno por uno, al estilo de las crónicas futbolísticas, de los candidatos (o de los cabezas de lista, debería decir, porque la cosa tiene truco del almendruco) a las elecciones catalanes del 27-S.

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Raül Romeva (Junts pel Sí): Testaferro. El tipo se ha comido el marrón de dar la cara por una candidatura en la que todo el mundo sabe que pinta más bien poco. Se esperaba mucho de él. Venía con la vitola de gran político y experto en diplomacia europea. En los debates se ha visto desbordado por momentos. Romeva da a veces la impresión de ser ese encarregat que han dejado al cuidado del negoci, pero que tiene poca idea de cómo funciona el asunto. Ha repetido hasta la saciedad lo de las sonrisas, que había salido mucha gente y que los catalanes son muy pacíficos. Le han caído bastantes palos desde la bancada independentista por no emplear más argumentos a favor de la independencia. Se ha enfrentado a Arrimadas por sus constantes interrupciones y la ha llamado maleducada, esgrimiendo a cambio su urbanidad. Solo hay una cosa peor que ser un cívico ciudadano danés en el confuso sur de Europa. Creerse un cívico ciudadano danés en el confuso sur de Europa.

Inés Arrimadas (Ciutadans): ‘Interrumpidora’. Rivera School, aunque le falta algo de esa flema que solo se aprende en la Liga de Debate de ESADE. Muy hábil interrumpiendo a sus adversarios para sacarles del debate con la guerra psicológica. Podría decirse que ha sido la Cholo Simeone de los debates, o la Anatoli Karpov, si nos ponemos más estupendos. Su mensaje: el de Ciudadanos de toda la vida, orden y flexibilidad: queremos cambios pero sin líos. Tal vez le ha faltado algo de la brillantez de exposición de su jefe. Ha tenido varios rifirrafes dialécticos con Romeva (lógicos) y con Albiol, en este caso por el liderazgo del NO. A este último le llegó a confesar que le daba un poco de miedo cuando se alteraba. Normal. Va p’arriba, como suele decirse en jerga profesional.

Lluís Rabell (Catalunya Sí que es Pot): Ausente. Lo cierto es que no se sabe muy bien de donde ha salido, si era uno que pasaba por allí o es que le iba un poco grande la cosa. Ha sacado poco pecho por las victorias de las candidaturas de unidad popular en las elecciones municipales. Ha probado una mezcla de responsabilidad y ruptura que le ha quedado un poco aguada. Ya se sabe que los mojitos aguados no hay quien se los beba. Ni por militancia, vamos. Ha perdido los nervios un par de veces con Albiol y Arrimadas, a la que le llegó a espetar que no era demócrata. No terminó de quedar muy claro si formaba parte del show o si era cierto que no podía más. Podría decirse que ha pasado sin pena ni gloria. Boxeador, por sintetizar un poco, que al final no sabe uno si es fajador o fino estilista.

Miquel Iceta (PSC): Lúcido. Sin duda el mejor político de todos, el más inteligente. Le sobraban los minutos para responder a los demás. Mal asunto, por cierto, en esta encrucijada histórica donde lo importante es hablar, aunque sea para no decir nada. Juan Soto Ivars le ha definido perfectamente como un mendigo-sabio que habla desde el escepticismo de la sabiduría. De vuelta de todo. No se alteraba ni con unos, ni con otros. Nadie se ha pegado con él, ni él con nadie. Ha respondido a lo que tenía que responder, ha contado su libro y se ha largado con viento fresco. Como los señores de antes, tú. En alguna ocasión, en plena algarabía, se ha podido apreciar su vocecita pidiendo que le dejaran hablar o contando algún chiste ingenioso en medio del naufragio. Su inteligencia, como suele suceder en estos casos, no se verá premiada.

Xavier García Albiol (PP): Camorrista. Si el 27-S fueran elecciones al sindicato vertical de porteros de discoteca Albiol sería el favorito indiscutible. Por momentos acojonaba. El día del debate de 8tv se le echó en falta en Lille cogiendo algún rebote contra Francia, junto a Gasol, cuando las cosas se estaban poniendo feas de verdad. Sin duda, hubiese sido de más utilidad para la patria. En la patria, ya se sabe, hay sitio para todos, aunque a este a ver dónde lo metemos ahora con lo grande que es y con lo apretadito que nos está quedando el pisito. Por lo demás, un Don Pelayo de brocha gorda que ha salido a partirse la jeta contra moros, separatistas y bolcheviques que apenas le llegan por los pezones. No le gustó nada que Arrimadas utilizase el móvil de estrangis y lo denunció con tino.

Antonio Baños (CUP): Pachanguero. Aire fresco para la política catalana. Ironía, irreverencia y puesta en escena. Empezó bien el debate de La Sexta, pero se fue desinflando. No ayudó demasiado, la verdad, que le entrara la risa cuando le preguntaron por las soluciones al paro. Tuvo una intervención final muy aplaudida en las redes. En el de TV3 a muchos les sorprendió que atacara más a Rabell que a Romeva. En definitiva, lejos del carisma de David Fernàndez y de la claridad expositiva de Quim Arrufat. Da la impresión que lo de Baños son cuatro frases para epatar al personal, un personaje trabajadito con los años, la Meridiana y los abuelos y poco más. Da muy bien para que lo entreviste Kiko Amat en su Gent Normal en una taberna de Gràcia, pero parece que se queda algo corto para estas plazas.

Espadaler (Unió): Escolanet. Uno tiene la impresión, cuando ve a Espadaler, que lleva años ensayando ante el espejo los gestos, la dicción y el ritmo de palabra de Duran i Lleida. Parece un telonero. Lo definió bien Guillem Martinez cuando dijo que recuerda a ese hombre gris que se te pega en los entierros y del que no sabes muy bien como librarte. En el debate de La Sexta sus asesores debieron decirle que no dijera lo del seny porque no lo iban a entender. Problemón, pues el concepto seny ocupa tres cuartos del programa de Unió. Craso error, pues todo el mundo sabe que ahora lo de seny lo entienden hasta en Trujillo. En una entrevista conjunta en la que preguntaban a todos los candidatos si cambiarían los nombres de las calles por motivos políticos, Espadaler respondió: “El nomenclátor de Vic, donde vivo, está muy racionalizado”: Brillante. Y es que Espadaler tiene momentos de una genialidad totalmente involuntaria.

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