Dice Alberto Manguel en su “Historia de la lectura” y en un tono un tanto exagerado […]Todos nos leemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea para poder vislumbrar qué somos y dónde estamos. Leemos para entender, o para empezar a entender. No tenemos otro remedio que leer. Leer, casi tanto como respirar, es nuestra función esencial. .

Hace mucho que descubrí que leer es una actividad tan personal, que no hay dos métodos iguales, que cada lector crea el suyo propio, que ni siquiera la actividad académica ha logrado sistematizar las lecturas. Hay tantas formas de leer como lectores, ergo hay tantos cánones como lectores. Hecha esta introducción innecesaria cuento que en mi sistema de lecturas me he propuesto en algún momento del año, muchas veces en vacaciones, leer un libro que lleve escrito mas de 1000 años, o algo parecido. No hay una razón particular para esto, pero resulta muy bien y es en vacaciones porque requiere una atención distinta, requiere decodificar a ese autor que escribió a una enorme distancia en el tiempo.

Lectores antiguos

Hete aquí una posible lista.

Comencemos con “el oscuro de Éfeso”, Heráclito que vivió sobre el final del siglo VI a.C. La versión es la de los 126 fragmentos en la obra de Hermann Diels. Heráclito, vapuleador de Homero escribe: Homero debería ser suprimido de los certámenes y vapuleado, lo mismo que Arquíloco y también su famoso Entramos y no entramos en los mismos ríos; somos y no somos ¡basta de nunca nos bañamos en el mismo rio! Al propio Heráclito se pueden agregarle dos obras a propósito de él; un cuento increíble de Guy Davenport llamado “Herakleitos” del libro Tatlin! que recrea su posible vida, y el poema de J.L.Borges

El HacedorSomos el río que invocaste, Heráclito. 
Somos el tiempo. Su intangible curso
 
acarrea leones y montañas,
 
llorado amor, ceniza del deleite,
 
insidiosa esperanza interminable,
 
vastos nombres de imperios que son polvo,
 
hexámetros del griego y del romano,
 
lóbrego un mar bajo el poder del alba,
 
el sueño, ese pregusto de la muerte,
 
las armas y el guerrero, monumentos,
 
las dos caras de Jano que se ignoran,
 
los laberintos de marfil que urden
 
las piezas de ajedrez en el tablero,
 
la roja mano de Macbeth que puede
 
ensangrentar los mares, la secreta
 
labor de los relojes en la sombra,
 
un incesante espejo que se mira
 
en otro espejo y nadie para verlos,
 
láminas en acero, letra gótica,
 
una barra de azufre en un armario,
 
pesadas campanadas del insomnio,
 
auroras, ponientes y crepúsculos,
 
ecos, resaca, arena, liquen, sueños.
 
Otra cosa no soy que esas imágenes
 
que baraja el azar y nombra el tedio.
 
Con ellas, aunque ciego y quebrantado,
 
he de labrar el verso incorruptible
 
y (es mi deber) salvarme.

Nada original podría decir sobre Homero, el Gran Bardo y su obra, La Ilíada que necesariamente debe ir acompañada de La Odisea, otro increíble texto que seguramente no fue escrito ni por el mismo autor ni en la misma época, tema de otro ensayo. Ahora leamos a Príamo rey de Troya, anunciado la destrucción de Ilion y su propia muerte:

A mí mismo, al fin, en la primera de las puertas los perros carniceros me despedazarán, cuando alguien con el agudo bronce me golpee o me asaete y me arranque el aliento vital de mis miembros. Los perros guardianes de mi casa, criados en la mesa de palacio que, después de beberse mi sangre, con ánimo enloquecido se tenderán en el atrio de entrada. Al joven todo le está bien, incluso muerto por obra de Ares y desgarrado por el filoso bronce, cuando yace. Aún muerto, todo lo que se ve en él es hermoso. Pero cuando los perros ultrajan la cabeza canosa, el blanquecino mentón y el sexo de un anciano asesinado, eso es lo más angustioso para los míseros mortales. Bellísimo texto.

Alrededor de La Ilíada en este caso agrego Encuentro Heroicos-Seis escenas griegas de Carlos García Gual librito para atesorar. La primera de las seis escenas se llama Príamo y Aquiles y comienza así: La Ilíada podría haber concluido de otro modo. Su autor pudo clausurar el largo poema con el relato impresionante y decisiva muerte de Héctor, en el momento, por ejemplo, en que queda el paladín troyano tendido en el polvo tras el combate con Aquiles. La muerte del defensor de Ilión saciaba la sed de venganza del implacable hijo de Peleo. También pudo poner un colofón a su epopeya con los juegos atléticos de las exequias de Patroclo, en el esplendor heroico de los funerales y las llamas de la pira funeraria, una vez repartidos los premios del certamen entre los más destacados campeones aqueos. […]

lectora antigua

El último autor a mencionar es el gran Tucídides y su Historia de la guerra del Peloponeso. Tal vez junto con Platón y Homero los más increíbles escritores del antes de Cristo para este canon; Tucídides escribió historia de esta manera…: En este mismo verano, al tiempo que los atenienses estaban en Melos, treinta de sus naves que recorrían la costa del Peloponeso arribaron junto a Elomeno, en la región de Leucade, y allí en una emboscada mataron y prendieron algunos de los hombres de guerra que estaban de guarnición. Después con toda la armada fueron sobre Leucade, llevando en su compañía a todos los acarnanios, excepto los eniadas y zacintios y cefalenios. Con su armada iban también quince naves de los corcirenses, y con tan gran poder, robaban y talaban todas las tierras de Leucade, así las que están dentro del estrecho como fuera, y hasta el templo de Apolo, que estaba junto a la ciudad. Mas los ciudadanos de Leucade, a pesar de los danos que sufría su tierra, no osaron salir fuera de su ciudad. Viendo esto los acarnanios pidieron con grande instancia a Demóstenes, capitán de los atenienses, que los sitiara esperando ganar la ciudad fácilmente y verse así libres y seguros en adelante de estos leucadios, que eran sus antiguos enemigos. Mas Demóstenes, que a la sazón daba mas crédito a los mesenios, fue persuadido por estos de que dejase la empresa de Leucade, y la emprendiera contra los etolios, teniendo para ello tan buena armada y tan gran poder, así porque estos etolios eran enemigos capitales de los de Naupacto, como porque decían que, siendo vencidos, fácilmente someterían después todo lo restante de Epiro al señorío y obediencia de los atenienses. Y aunque los etolios fuesen muchos y buenos guerreros, parecía a los mesenios que podrían ser vencidos y conquistados pronto porque sus ciudades y villas, no cercadas de murallas, estaban muy distantes entre sí, no pudiendo socorrerse fácilmente, y porque los moradores se encontraban mal armados y a la ligera. Eran de parecer que primeramente fuesen atacados los apodotos, y tras ellos los ofioneos y los euritanes, que son la mayor parte de los etolios, y eran campesinos, salvajes, fieros y barbaros en sus costumbres y lenguaje, llamándoseles omofagos, que quiere decir comedores de carne cruda. […]

Heráclito, Homero y Tucídides escribieron hace mas de 2000 años llegando sus textos a estas épocas gracias a las musas supongo. Una vez al año, una por lo menos, valen la pena, si.

Y…como estamos en un ensayo lleno de citas, esto termina con Richard Wilbur

A Los Poetas Etruscos

Soñad en paz, hermanos inmóviles, que de niños Mamasteis, con la leche, la lengua materna

En cuya matriz inmaculada, uniendo mundo y mente, Os esforzasteis por dejar, para la posteridad, algunos versos,

Semejantes a una huella sobre un campo nevado, Sin prever que todo pudiera derretirse y desaparecer.

@PRosolen

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