Yo a una persona que queda con sus amigos para ir de cacería y pegar a inmigrantes, mendigos, prostitutas, travestis, transexuales, homosexuales; que niega el Holocausto, que aboga por el extermino del diferente, etc, le tengo que parar los pies. A una persona que cree (porque no piensa) que mi existencia en el mundo sobra sólo por mi raza le tengo que para los pies. Vosotros os podéis quedar mirando, la policía se puede quedar mirando y los jueces se pueden quedar mirando; pero, yo, le tengo que parar los pies. Como sea.
Mientras en otros países la apología del nazismo es delito en España se banaliza y se ampara bajo la libertad de expresión con una mano mientras con la otra se encarcela a titiriteros y se busca por las redes sociales a adolescentes haciendo chistes sobre Carrero Blanco.
Decir que hay nazis de derechas y nazis de izquierda es una tontería como un piano de grande. Lo que sí que hay es el totalitarismo de derechas y el totalitarismo de izquierdas; y luego hay otra cosa que es el nazismo y que juega en otra liga. Pegarle a un nazi no me convertiría en un totalitario de izquierda. Pegarle a un nazi me convierte en alguien que lucha por su vida y la de los demás; ya que un nazi la vida que no es la suya es lo que desprecia y me dejaría en silla de ruedas si pudiera. A ver si creéis que me va a venir uno y le voy a besar la frente.
Cierto que hay que acabar con el Daesh y que todos queréis matar a esos terroristas, aunque sea bombardeando a población civil. Dicho esto, ¿por qué ante las acciones nazis de vuestro propio vecino no actuáis? Una ideología que rechaza cualquier forma y modo de vida que no sea el propio y que aboga por el exterminio del diferente no merece estar en democracia. El poder reside en el pueblo, pero el pueblo no debería poder elegir el exterminio del diferente.