Uy, mira la tele, nena, mira qué planta tiene este chico. No, no hace falta que le subas la voz, si yo con verlo… Sí, la manzanilla para mí, gracias. Los nervios, nena, que siempre me cogen en el estómago, yo no sé.

Mira a Albert tan bien puesto, da gusto, se nota la diferencia. Siempre impoluto. Fíjate en Rajoy o si no acuérdate de Zapatero, qué mal le quedaba el traje, tan desgarbado… Yo creo que el sastre se lo hacía con forma, almidonado o algo, sí, eso, como una armadura, para que no pareciera un paraguas cerrado. ¿Rubalcaba?, de ese ya ni hablamos.

Al Albert le entran perfectos. La chaqueta se le ciñe bien a los hombros y al pecho, qué percha, además, que se nota que los trajes son de buen material, de tejidos de moda, de esos con un poquito de brillo. Lo que yo te diga, este chico nunca desentona, incluso cuando va informal, ¿no lo viste en El Hormiguero? Pues, nena, llevaba una rebequita bien apretada que vamos, que se nota que hay buena sustancia debajo… Y sabe de lo que va el mundo de hoy. Me acuerdo ahora de una entrevista que le hicieron en la que decía que el sexo sin amor es muy satisfactorio, da que pensar, ¿no?… Ains, calla, calla, quién me oiga, chica, tú párame, que a una se le suelta la lengua…

Pues lo que te decía, yo creo que eso es importante. A mí, sí, nena, a mí me da confianza que se preocupe por la moda. Ahora la imagen es fundamental y Albert lo entiende, para mí es una garantía, si una persona se molesta en vestir con clase, es porque le gusta que la vida funcione como Dios manda. No, nena, a ver si me explico, no digo que el estilo sea lo primero, pero la felicidad está en esas cositas, yo no me siento cómoda con cualquier trapillo, hay que elegir bien, dedicarle tiempo, y si un político disfruta con eso, seguro que no le va a dar por experimentos raros ni por quitarte la casa a la gente como el de la coleta, ese, el Pablito Iglesias. No hay más que verle la perilla deshilachada.

Ese sí da miedo, nena, aunque cuando salió yo lo apoyaba, ¿eh? Decía algunas cosas que había que decir, y yo sé que hay que cambiar el país, no soy tonta, hay que hacer algo, aburre ya siempre lo mismo. Pero pronto se me fue el encanto… Pues cuando salió lo de la ETA y lo de que quería gobernar aquí como en todos esos países de por ahí. ¿Cómo que qué países? Mujer, Venezuela y esas cosas. En esos sitios son todos pobres, quita, quita, imagínate que gana los elecciones, capaz que los trae a todos para acá.

Además, salía el de las gafitas, este que se ha ido ahora, sí, a ver, ¿cómo se llama?, qué rabia.

Eso, eso, Monedero, pues este salía diciendo que no podían cambiar España ellos solos, que había que estar en la calle, ¿sabes? Pues no tengo yo cosas que hacer ni nada, como para andar ganduleando por los parques. O también piden dinero para la campaña electoral. Chss. Tan rojos que son, tan solidarios, pues que pidan para los pobres, ¿no? Vaya tela… O que soliciten préstamos como todos los partidos, y si no se los dan por algo será. Hasta ahí podíamos llegar.

Lo que yo te diga, si tengo que dar dinero, se lo doy a los niños que están pasando hambre. Eso sí, se lo doy en mano o nada, fíate tú de cualquiera…

Estoy de acuerdo, lo del paro da vergüenza. La gente se está cansando, normal, es hora de que cambie algo. Yo también creo que hay que hacer algo, o sea, fíjate cómo será, que yo no soy muy de mítines, ¿sabes?, pero si viene Albert voy de cabeza. Vamos que si voy. Hay que actuar, nena, que ya está bien de aguantar siempre las mismas caras.

Fotografía: Wiki Commons

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