Fotografía: Pablo Mahave

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Sara Hurtado llega a la pista de hielo de Majadahonda acompañada por su abuela Pilarín, que se ha encargado de llevarla y recogerla de sus sesiones de entrenamiento desde que empezó en el mundo del patinaje sobre hielo. Ahí comenzó su sueño, el origen de todo lo que le ha acontecido a esta madrileña en los últimos quince años: formar parte de la primera pareja de danza sobre hielo en la historia del deporte español y estar en la élite de su especialidad. Su palmarés es extenso. Ha sido varias veces campeona de España, ocupó el 13º puesto en los Juegos Olímpicos de Sochi en 2014, acabó quinta en el Europeo de 2015 y cosechó la segunda posición en la Universiada de Granada de ese mismo año.

Desde 2008, Sara ha tenido como pareja profesional al patinador Adrián Díaz, con quien ha ganado todos sus títulos hasta hoy. Después de compartir trayectoria durante más de siete años, Sara decidió que era tiempo de cambiar. Empieza para ella una nueva etapa llena de dudas e ilusión aunque una cosa está clara: nada le arrebata la risa, ni siquiera estar descalza en el hielo.

A todo el mundo le pilló por sorpresa el anuncio en Facebook de tu ruptura con Adrián Díaz, especialmente cuando todos los programas para la temporada estaban preparados y habíais conseguido un magnífico quinto puesto en los europeos. La pregunta es obligada, ¿qué te hizo tomar la decisión?

–El proceso fue bastante natural. En el momento en que tomé la decisión de que necesitaba un cambio de vida, lo primero que pensé fue en volver a casa [hasta hace unos meses, Sara vivía fuera de España. Primero residió en Londres y luego en Montreal], estar con mi familia y pasar tiempo con mis amigos. Me tomé el tiempo de no pensar en nada, de sólo respirar, relajarme, descansar, dejar la mente en blanco y ver qué aparecía. Notar si ese tiempo de descanso me hacía echar de menos el patinaje o no y, en consecuencia, descubrir qué necesitaba en mi nueva vida para ponerme a perseguirlo de nuevo. Me di cuenta de que quería volver a ponerme los patines y que no sentía que mi carrera deportiva había terminado. Mi equipo con Adrián, sí; pero mi vida deportiva, no.

–Entonces, durante todo el proceso, tuviste muy presente que esto podía ser el punto final del patinaje.

–Sí, por supuesto. Parte de mí al volverme a Madrid empezó a hacerse a la idea de que eso era el fin. Incluso si decidía seguir y buscar una pareja nueva sabía lo difícil que iba a ser, especialmente en una temporada preolímpica en la que casi nunca hay movimiento de equipos.

–Después de siete años con Adrián, ¿crees qué vas a poder adaptarte a una nueva pareja? ¿Conseguir el mismo grado de compenetración?

–Esta claro que llegar a ese punto de no tener que hablar y saber lo que está pensando la otra persona requiere muchísimo tiempo y confianza. Un grado como ese lleva mucho tiempo alcanzarlo pero también sé que la experiencia que tengo la proyectaré en mi próxima pareja. El proceso de entrar en contacto el uno con el otro se hará mucho más rápido porque ya sé lo que tengo que buscar, no me viene de nuevas. Igual que con Adri va a ser difícil y complicado, pero es que tampoco lo voy a buscar porque si empiezo con otra persona buscaré crear una personalidad diferente.

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–Se dice mucho que la relación de una pareja de patinaje es especial, ¿cómo la explicarías?

–Es una relación por sí misma. Eres amigo pero también compañero de trabajo. Es cierto que va más allá de una simple amistad porque acabas creando una relación tan especial, conociéndote tanto, que ese grado de confianza es muy difícil de encontrar. Además tiene ese punto especial de que la pareja la formen un chico y una chica.

–Siempre puede dar lugar a más…

–Sí, claro. Es cierto que el roce hace el cariño. También hay que tener en cuenta que las historias y los programas que nosotros proyectamos dentro del hielo siempre suelen tener ese punto de relación entre un hombre y una mujer. Hay veces que, como supongo que le pasa a la mayoría de los actores, hay que saber diferenciar lo que es el punto de actuación y cuáles son los sentimientos reales. A esos puntos no llegas con un amigo porque no tienes por qué pasar por esa experiencia de tener que crear una historia juntos. Todas esas emociones las recreas a partir de lo que has vivido tú en tu vida, no es algo que esté pasando en el momento. Es muy complicado que alguien lo entienda.

–Hace cinco años cruzasteis el charco, os instalasteis en Montreal y eso fue el empujoncito que necesitasteis para estar en la élite. ¿Cómo ha cambiado tu vida desde que llegaste a Canadá?

–Montreal me dio la oportunidad de conseguir el sueño olímpico y de formarme como persona. El momento en que decidimos dejar Londres e irnos a Montreal fue clave para decir: “Esto va en serio y estamos empezando a entrenar por un objetivo que más allá de empezar una disciplina en el país”. Se hizo el proyecto mucho más grande y además tuvimos la suerte de encontrarnos con unos entrenadores de primerísima calidad técnica y personal. Patrice Lauzon y Marie-France Dubreuil nos han enseñado, nos han guiado y nos han dado toda su experiencia.

–Supongo que, desde que empezaste, los Juegos Olímpicos siempre han estado en mente. Una vez que lo conseguiste en Sochi ¿Qué más se puede hacer? ¿Cómo de lejos se puede llegar?

–En un principio, antes de ir a Sochi, la pregunta era: ¿Después de Sochi, qué vais a hacer? Yo siempre contestaba que en mi cabeza después de Sochi no había nada, no había vida, no sabía que iba a ser de mi después de eso. Es un reto tan grande y es algo por lo que te tienes que entregar tanto que, si ocupa espacio el “después de” en tu cabeza, ya te estás quitando concentración para llegar ahí y disfrutar el momento. ¿Por qué voy a estar pensando en el después si estoy en los Juegos? ¡Déjame disfrutarlos! También esa experiencia te cambia tanto la vida que no sabes si vas estar contento sólo con haber llegado ahí, si vas a tener fuerzas para seguir compitiendo, entrenando o ir a por otros juegos.

–¿Se llegó a convertir en una obsesión?

–Obsesión sana, sí, y mucha. Parte de obsesión sí que tiene que haber porque te tienes que concentrar tanto que son necesarios muchísimos sacrificios. Tienes que tener muy claro que quieres llegar ahí ya que sólo los 24 mejores del mundo pueden participar en los Juegos.

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–A pesar de ser deporte olímpico, la financiación con la que cuenta el patinaje sobre hielo es bastante escasa en España. Sois un deporte minoritario. ¿De dónde sacáis los recursos?

–De debajo de las piedras. Yo tengo la suerte de recibir todavía el apoyo de mi familia que buscan por cielo, mar y tierra los recursos para apoyarme donde la Federación no puede llegar. A mí todavía este deporte me está costando bastante dinero pero me sigue mereciendo la pena incluso así. En el fondo el dinero es dinero pero la experiencia olímpica es impagable.

–Hace unos meses se celebraron elecciones en la Federación Española de Deportes de Hielo y hubo un cambio en la presidencia. ¿Habéis notado alguna mejora? ¿Más reconocimiento o becas?

–Creo que el interés por nosotros no ha cambiado porque somos la élite en esta federación y, en el fondo, a nosotros nos van a cuidar sí o sí. En un nivel inferior no sé si los patinadores lo habrán notado. Tengo que decir que estoy bastante contenta con todo el trato que me están brindando.

–Supongo que un apoyo grande también viene de la difusión que tenga vuestro deporte en los medios de comunicación.

–Eso por supuesto. Se está empezando a notar con los éxitos que está obteniendo Javier Fernández. La gente ya habla del patinaje sobre hielo y la primera reacción es: “Hay un chavalín muy bueno, español”. Chavalín sigue siendo un chavalín, pero más que bueno es extraordinario.

–Para muchos el patinaje sobre hielo es considerado un deporte femenino y es verdad que los medios de comunicación se centran en una información masiva de deportes masculinos y se suele ignorar a la mujer deportista. Como patinadora y estudiante de Periodismo, ¿cómo te sientes ante ello y cuál crees que va a ser la evolución de las deportistas en los medios?

–Es un asunto bastante complicado. Yo el patinaje no lo considero un deporte femenino. Sí que es verdad que la parte artística siempre se ha considerado una característica de las mujeres pero tendrían que ver a los chicos hacer cuádruples. En cuanto al deporte femenino, creo que poco a poco se conoce más porque cada vez se están dando mejores resultados. No sólo en patinaje sobre hielo sino por los éxitos que consiguen el equipo de rítmica, el de waterpolo, balonmano, natación sincronizada… Están trayendo un montón de medallas y piensas: ¿De dónde han salido todas estas mujeres? Poco a poco vamos ganando ese reconocimiento. Es muy triste que tenga que venir primero la medalla para que se tengan que fijar en ti. ¿Cómo empieza el cambio: en los medios o ganando más medallas? Porque llega un punto en que los deportistas ya no sabemos qué hacer.

Una cosa que hay que mejorar en España es que cuando los patinadores españoles van a competiciones internacionales siempre hay que decir que van a ganarlo todo. Eso lo he aprendido de los americanos que pueden estar bajos de forma pero sus medios siempre van a decir que van a ganar. Siempre ponen al deportista suyo por delante de lo que venga, apoyando siempre a su país y a sus deportistas.

–Me da la sensación de que los seguidores del patinaje sobre hielo en España no son muchos pero son verdaderamente fieles.

–Es cierto. Si hay que levantarse a las cuatro de la mañana para ver una competición que se dispute en la otra parte del planeta están todos de pie comentándolo por todas las redes sociales. Hay tres grupos o foros de patinaje en España: el Orange Team, el Foro Peña Ariquitaun y las Pink Ladys. Son grupos de fans que siguen al patinaje español. Van con pelucas, disfrazados, se tragan todo el evento ya sean los entrenamientos o la competición en sí. Vienen de todas las partes de España y les apasiona el patinaje.

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–Recalcando el componente artístico que tiene el patinaje, ¿cómo de importante es el aspecto físico?

–Bastante importante porque no deja de ser un deporte juzgado por personas y, tristemente, los humanos tenemos muchos estereotipos y prejuicios. Nada más pisar el hielo, ya te están juzgando sea por el traje que llevas, el aspecto físico que te da o el lenguaje corporal. Las emociones y las imágenes son un lenguaje global. Hay cosas que hablan por sí solas y tristemente el aspecto físico es una de ellas.

¿El aspecto físico determina de alguna forma la puntuación? 

–No la determina al cien por cien, pero sí que entra dentro de las cosas a valorar.

–¿Hay mucho control de la alimentación y del peso?

–Claro, no sólo por tu aspecto físico. En una disciplina como la mía en la que entra en juego que tu pareja te levante, tienes que ser ligera para no causar más dificultad de la que ya conlleva.

¿Hay muchos problemas de alimentación entre las patinadoras?

–Conocidos, pocos, pero detrás de los focos, sí. Tampoco es algo de lo que se hable abiertamente porque en el fondo nuestra prioridad es enseñar nuestra mejor cara. Nosotros como patinadores dentro y fuera del hielo y tenemos que dar siempre lo mejor de nosotros, enseñar que somos un equipo, que va todo bien, que estamos en nuestra mejor forma ya que somos un deporte sometidos al juicio de otros.

–¿Qué has tenido que entregar o dar a cambio por el patinaje?

–Tiene un precio muy alto, no sólo el desgaste físico sino también el desgaste psicológico de estar fuera de tu casa, echándole horas y horas, el que no sólo depende de ti sino que tienes otra persona a tu lado en la que tienes que confiar absolutamente. Hay veces que eso es duro. El dejar ese 50 por ciento de la responsabilidad en otra persona es algo que a mí me ha costado porque significa tanto este sueño que pienso: ¿Y si no llego? ¿Cómo lo voy a llevar? Luego, en el día a día todas las vacaciones que no he tenido, todo el tiempo sin mi familia… Es un tiempo que no vas a recuperar nunca.

–¿Hay vida después del patinaje?

–Sí y mucha. Esto es sólo una parte. El patinaje es algo que me va a hacer aprender mucho para el después. Es una herramienta de aprendizaje muy completa para la vida.

–Hace poco que estás dentro del programa de Marca Patrocínalos. ¿Podrías explícanos en que consiste exactamente esa propuesta?

–Es una propuesta muy interesante que los deportistas minoritarios como yo le hemos dado mucho valor. Consiste en una plataforma para pequeños deportistas que están dando buenos resultados o van camino de darlos. Allí, el deportista pone ciertas recompensas que necesita para seguir con su carrera y cualquier particular puede hacer una donación de forma anónima o pública para apoyarlo.

–Si tuvieras que escoger tres palabras, ¿cómo te venderías para que te patrocináramos?

–No sé, hay tantos buenos deportistas en España que cómo me voy a vender yo mejor. [Reflexiona] Porque sí, porque el patinaje es súper guay [Ríe]. Me considero una persona que si tiene un objetivo claro va a luchar y trabajar por él. Además, necesito su ayuda ahora mismo. Seguramente en el futuro les voy a poder hacer disfrutar con mi deporte.

–¿Cuál es el futuro de Sara Hurtado?

–Si me lo puedes contestar tú te lo agradecería porque yo no lo sé. Te diría que, en un futuro a corto plazo, formar equipo con otro chico y, a largo plazo, clasificarme e ir a los siguientes Juegos a por medalla.

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