Entrar en Facebook o Twitter requiere una gran dosis de paciencia en Irán. Bueno, eso y una red privada virtual, conocida como VNP, para burlar el control del gobierno iraní. Sin embargo, el couchsurfing está a la orden del día y a tan sólo un click para la mayoría de los persas. Según los datos de la plataforma Couchsurfing, más de 50.000 iraníes estarían registrados en este servicio.

Es viernes y estamos en Teherán, el corazón de la República Islámica de Irán. Está anocheciendo y nuestra host, Ana, prepara una “pequeña fiesta”. Vamos, lo que en España comúnmente llamamos guateque pero sin alcohol, pensamos. El timbre suena y al abrir, en el umbral de la puerta, conocemos a un grupo de jóvenes iraníes. Las chicas llevan el hiyab reglamentario y todo el cuerpo cubierto por prendas que no dejan nada a la imaginación. Los chicos barbas pobladas y gafas con monturas muy gruesas. Hipsters iraníes.

La puerta se cierra y Ana echa el cerrojo. “Ya estamos todos” nos informa. Las chicas se quitan el velo y la ropa con rapidez. Llevan todas shorts, camisetas de tirantes y van perfectamente maquilladas. Los chicos sacan de su mochila tres botellas de plástico de agua. “Esta vez nos ha costado un poco más”, avisa Kioumar. Dentro de las botellas hay alcohol casero producido por los armenios, los únicos que no están regulados en este aspecto por la ley islámica y que, por lo tanto, no estarían cometiendo hudud, crímenes contra Dios.

La juventud comienza a beber, mientras cantan y bailan canciones americanas e iraníes. La ingesta de alcohol es bastante elevada y no es de extrañar que Irán se haya convertido en uno de los mayores consumidores de alcohol de Oriente Medio por detrás de Líbano y Turquía. Es la segunda droga más consumida en el país y el reflejo de una celada subcultura que comienza a emerger.

En un país donde las libertades de los ciudadanos están férreamente restringidas, el couchsurfing es una puerta al mundo. Los hombres no pueden obtener un pasaporte a menos que hayan pasado el servicio militar y las mujeres están condiciones por el marido y los padres. Ante ese panorama, couchsurfing es como viajar para los iraníes. Y, si además le añades un poco de alcohol, el paseo es mucho más interesante.

Fotografía: quixotic54

 

 

 

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